Suben a toda prisa, salen al exterior, se asoman a la terraza. Están muy alto, más alto que todo lo demás, Una brisa cálida, ligera, acaricia los cabellos de Niki. Alessandro la mira mientras ella otea más allá, hacia el mar abierto. Y la gaviota vuelve a pasar otra vez. Y emite un ruidito. De algún modo, lo está saludando, no como el señor Winspeare. Y sigue volando, planeando un poco más allá, en busca de alguna corriente más fácil. Más lejos, sobre el horizonte, asoma un último rayo de sol. Cálido todavía, rojo, encendido. Pero se está yendo. Entonces Niki cierra los ojos, el ruido de las olas, y ese faro con el que tanto siente el mar, el viento, el ruido de las olas, y ese faro con el que tanto había soñado... Alessandro se da cuenta. La abraza despacio por detrás. Niki se abandona. Y apoya la cabeza en su hombro.
-Alex
-Sí.
-Prométemelo.
-¿El qué?
-Lo que estoy pensando.
Alessandro se inclina hacia delante. Niki tiene los ojos cerrados. Pero sonríe. Sabe que él la está mirando.
Entonces Alessandro la abraza con más fuerza. Y sonríe él también.
-Sí, te lo prometo... Amor.
¿Esto es tuyo? Si es así, escribes bastante bien.
ResponderEliminar