Nos hicieron creer que cada uno de nosotros es la mitad de una naranja, y que la vida solo tiene sentido cuando encontramos a la otra mitad. No nos contaron que ya nacemos enteros, que nadie merece cargar a las espaldas, la responsabilidad de completar lo que nos falta. John Lennon

domingo, 15 de abril de 2012

Suben a toda prisa, salen al exterior, se asoman a la terraza. Están muy alto, más alto que todo lo demás, Una brisa cálida, ligera, acaricia los cabellos de Niki. Alessandro la mira mientras ella otea más allá, hacia el mar abierto. Y la gaviota vuelve a pasar otra vez. Y emite un ruidito. De algún modo, lo está saludando, no como el señor Winspeare. Y sigue volando, planeando un poco más allá, en busca de alguna corriente más fácil. Más lejos, sobre el horizonte, asoma un último rayo de sol. Cálido todavía, rojo, encendido. Pero se está yendo. Entonces Niki cierra los ojos, el ruido de las olas, y ese faro con el que tanto siente el mar, el viento, el ruido de las olas, y ese faro con el que tanto había soñado... Alessandro se da cuenta. La abraza despacio por detrás. Niki se abandona. Y apoya la cabeza en su hombro.
-Alex
-Sí.
-Prométemelo.
-¿El qué?
-Lo que estoy pensando.
Alessandro se inclina hacia delante. Niki tiene los ojos cerrados. Pero sonríe. Sabe que él la está mirando.
Entonces Alessandro la abraza con más fuerza. Y sonríe él también.
-Sí, te lo prometo... Amor.

Cuando estás mal, cuando lo ves todo negro, cuando no tienes futuro, cuando no tienes nada que perder, cuando... cada instante es un peso enorme, insostenible. Y resoplas todo el tiempo. Y querrías liberarte como sea. De cualquier forma, de la más simple, de la más cobarde sin dejar de nuevo para mañana este pensamiento: El no está. Ya no está. Y entonces, simplemente, querrías no estar tampoco tú. Desaparecer. Plaf.
Sí, ese día hubieras querido encontrar a uno de esos magos: colocan un pañuelo sobre una paloma recien aparecida y, paf, de repente ya no está. Ya no está y basta. Ha pasado el tiempo. Dos años. Y ahora saboreo una cerveza. Y acordándome de cómo me hubiera gustado ser esa paloma, sonrío y me siento un poco avergonzada.
Un inmenso ruído envuelto en silencio.
O la cerveza se me ha subido o es el y sus preguntas las que hacen que la cabeza me de vueltas. O el dolor de ese amor aún no olvidado. Ya no entiendo nada.
No hay nada peor que quien espera algo... y no encuentra nada.
El amor, en cambio, es cuando no respiras, cuando es absurdo, cuando echas de menos, cuando es bonito aunque esté desafinado, cuando es locura... Cuando sólo de pensar en verlo con otra cruzarías a nado el océano.

Llévame alto, más alto.
-Hoy quiero tocar el cielo.
+¿Puedo acompañarte?
-Claro! ¿ Estarías dispuesto?
+si, pero.. ¿que tengo que hacer?
-Tendrías que montar en un avión a mas de 3.000 metros de altura, claro que hay que estar tres meses entrenando en unas clases que cuestan 200 euros al mes. Luego tendremos que pagarnos el equipamiento, y el viaje en helicóptero, después tendremos que tirarnos y bueno con el posible riesgo de que pueda salir mal, bueno¿ Estarías dispuesto a hacer todo eso por mi?
+Sí, estaría dispuesto a eso y más.
-Entonces,¿Quieres tocar el cielo conmigo?
+Claro, ya te he dicho que...
-Pues bésame, y ahorremonos el dinero y el viaje.

Ya sé de sobra que tiene esa sonrisa y esas maneras y todo el remolino que forma en cada paso de gesto que da. Pero además la he visto seria, ser ella misma, y en serio que eso no se puede escribir en un poema.
Por eso, eso que me cuentas de que mírala cómo bebe las cervezas, y cómo se revuelve sobre las baldosas y qué fácil parece a veces enamorarse.
Todo eso de que ella puede llegar a ser ese puto único motivo de seguir vivo y a la mierda con la autodestrucción...
Todo eso de que los besos de ciertas bocas saben mejor es un cuento que me sé desde el día que me dio dos besos y me dijo su nombre.
Pero no sabes lo que es caer desde un precipicio y que ella aparezca de golpe y de frente para decirte, venga, hazte un peta y me lo cuentas. No sabes lo que es despertarte y que ella se retuerza y bostece,
luego te abrace y luego no sepas cómo deshacerte de todo el mundo.
Así que supondrás que yo soy el primero que entiende, el que pierdas la cabeza por sus piernas y el sentido por sus palabras, y los huevos por un mínimo roce de mejilla.
Que te entiendo. Que yo escribo sobre lo mismo. Sobre la misma.

Que razones tenemos todos.
Pero yo, muchas más que vosotros.